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Finaliza los primeros noventa minutos de la Final de la Liga de Campeones de la Concacaf, donde el conjunto de Pumas recibía a Seattle Sounders en el Estadio Olímpico Universitario, ambos conjuntos venían de perder sus respectivos encuentros de liga y por supuesto con buscar una ventaja para el partido de vuelta en el Lumen Field en Seattle.

En lo que parecía una batalla épica, con la lluvia cayendo en el Estadio Olímpico Universitario y los aficionados gritando y coreando los canticos universitarios, cuando el árbitro pitaba el inicio de los primeros 45 minutos de la final de ida.
Pumas trataba de acercarse al marcador con ataque constante de Dinneno y Rogerio, hasta que al minuto 36 del partido se marca penal a favor de Pumas, lo cobraba el delantero argentino y lo terminaba atajando el cancerbero suizo de Seattle, el árbitro lo llamaron del VAR y se repitió el penal, Dinneno repetía el cobro y lo termina acertando, marcando el primer gol de esta gran final.

Iniciaba el segundo tiempo y no pasaron ni tres minutos cuando aparecía el «Comandante» Dinneno para poner un testarazo y así marcar el dos goles a cero de esta final, la gente se levantaba de sus asientos y festejaba lo que sería el campeonato ya asegurado.
Todo el alegría y felicidad en el Estadio México 68, la lluvia cada vez se ponía más fuerte al igual de los gritos de la afición, hasta que al minuto 76 se marca penal por una mano del área por parte de un jugador universitario y consigue cobrarlo de gran forma Lodeiro que le daba mínima ventaja en el marcador.
Seguían los embates del Seattle Sounders, pero un Talavera totalmente inspirado impedía el empate de los «The Sounders», ya a nada de finalizar el partido «Chispa» Velarde comete una falta y marca el segundo penal a favor de la visita. La afición universitaria, Lillini y el equipo no lo podían creer, al final Lodeiro marca su doblete al acertar el segundo penal.

Finalizaron los primeros 90 minutos de la final de la Concachampions con 2 caras de la moneda, por parte de unos felicidad y con esperanza de ganar en la vuelta en su casa, mientras por el otro lado un sabor amargo de tristeza y coraje de no llevarse una ventaja amplia.