Fiesta intensa entre Argentina y Francia, pese a ir ganando con goles de Messi y Di Maria, Francia se repuso con hat-trick de Mbappé y mandó el juego a penales, mismos en los que la albiceleste salió triunfante.

Hay futbolistas que nunca lograron hacer la primera comunión con los dioses del fútbol, como Cristiano Ronaldo, otros que la hacen muy jóvenes como Mbappé. No cualquiera puede comulgarse con los 4,927 gramos de oro puro. Sin embargo, fue un domingo para vestir a Leo de blanco y hacer comunión con su gente.
Muchos ya daban como imposible una nueva invitación de Leo al gran evento; sin embargo, los murmullos de la sociedad “Podrá tener los balones de oro que quiera, pero no es campeón del mundo”, “No se puede comparar con lo que hizo Maradona”, tras aquella trágica noche de 2014 en Maracaná, donde la pelota se negaba a entrar, hicieron cuestionar de un nuevo intento de comunión. Aquellos que vivieron los años del Diego siempre comparaban y llenaban de presión a la Argentina del siglo XI, sin embargo, la mitad más un argentino no vio la hazaña del 86 y se quedó con el remordimiento del 90 y algo más.
La epopeya de la fiesta se dio en el peor momento para un pueblo argentino destrozado por una inflación del 92.4%, inflación que crecía como el deseo de una alegría para el pueblo, deseo que permeó la crisis económica que se vive en el país y que trajo como consecuencia caravanas masivas de Argentina a Qatar, sin importar los más de 13,809 km de distancia. A Alberto Fernández le venía bien la de “Para el pueblo, pan y circo”, pero cuando el circo lo hace Lionel, el pan es pan comido para cualquier gobernante.
Casi 90 mil fans en Lusail, la mitad más uno de la albiceleste, unos originarios, otros indios o árabes que se subieron al barco por Lionel. El mundo se unió para la comunión de Messi con la Argentina, los murmullos y silbidos pasaron a aplausos, los nenes en el obelisco con playeras con la “10”, Lusail ponía el lujo y los argentinos ponían la voz.
Quien le regaló los guantes de encaje a Leo fue Emiliano Martínez, quien atajaba todo lo que se le ponía enfrente, nos regaló atajadas hasta en el 120´ y bailes exóticos hasta en los penales, aquel padrino que nunca dejo de Messi solo.
El pastel casi lo olvidan, pero lo puso un Ángel, Di María, quien con un zapatazo puso el 2-0 se encargó de ponerle sabor a la fiesta y dejo mudos a propios y extraños.
Messi se encargó en dos ocasiones de sacar a bailar a todos los invitados con un penal y otro gol de rebote que le daba la victoria parcial a la albiceleste.
Sin embargo, el conjunto fue lo que hizo de la fiesta un domingo santo para Messi, pues el ritmo fue a cargo de Mac Allister, Fernández y De Paul, que nunca dejaron de gritar durante todo el partido. Fueron los artistas del medio campo.
La comunión terminó hasta tarde, pues fue una fiesta digna del Rey del Fútbol, donde Messi comulgó frente a su gente lo que ha sido el sueño más grande de su carrera. La comunión que marcó su legado.